Aarón Enrique Pérez Durán
Cronista del Municipio de Campeche
Campeche es un mosaico de culturas y tradiciones; mayas orgullosos de sus raíces y pobladores oriundos de otros estados, quienes llegaron a tierras campechanas a colonizar las ricas tierras que encontraron.
En los años 70´s, el presidente Luis Echeverría Álvarez, impulsó la creación de los núcleos del Plan Chontalpa, en Tabasco, y los Nuevos Centros de Población Ejidal (NCPE) en Campeche y Quintana Roo. En aquella época, en la región del Chapacao, Veracruz, existían grupos de campesinos provenientes de San Luis Potosí, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y de otros estados del norte que solicitaban tierras para colonizar, y que anteriormente les habían negado las autoridades agrarias.
Fue el político y líder campesino Alfredo Vladímir Bonfil Pinto, dirigente de la Confederación Nacional Campesina, quien apoyó a los grupos del Chapacao, para buscar nuevas tierras, gestionando ante el presidente de la república para que se les brindara todo el apoyo para el establecimiento de los campesinos. A través de Francisco Aguilera se organizó un grupo que se puso en contacto con el entonces gobernador de Campeche, Carlos Sansores Pérez para tratar el tema de las tierras y se nombró una comisión que visitó los terrenos, la cual retornó satisfecha a Veracruz, con la noticia de que las tierras dadas eran aptas para todos.
El 12 de mayo de 1973, a las seis de la mañana y en cinco autobuses, arribaron a estas tierras campechanas los primeros 252 campesinos provenientes del Chapacao, Veracruz, con la ropa que traían encima y dos mudas más en bolsas de nailon. Habían llegado al valle de Edzná, a los campos vírgenes y cubiertos por la espesa vegetación, a un paraje que apenas era una brecha que se desprendía de la antigua carreta a Pich. Fue el lugar escogido, el lugar que sería su tierra adoptiva, con la finalidad de abrir nuevas tierras al cultivo, naciendo de esta forma el Nuevo Centro de Población de Alfredo V. Bonfil en el municipio de Campeche.
Nada fue fácil para aquellos primeros pobladores, todo era monte. Ante la falta de agua, se organizaron para conseguirla; formaron brigadas y se pusieron a trabajar construyendo cinco galerones para alojarse, mismos que fueron hechos con madera y láminas de cartón. Ahí, los primeros pobladores de Bonfil aprendieron a dormir en hamaca y cuando llovía, todo aquello se convertía en un lodazal.
Al frente del grupo estaba Filiberto Marín Medrano quien organizaba a las cuadrillas para trabajar de la mano de los ingenieros Juan Rodríguez, Rogelio Luna y Gonzalo González, quienes los ayudaron para hacer el pueblo a punta de machete y hacha para desmontar las tierras.
Por las noches, en la soledad de las galeras, los primeros fundadores de Bonfil se reunían para cenar, había guitarra, acordeón y lágrimas de nostalgia por la familia que estaba lejos.
Trabajaban todo el día, desde las cinco de la mañana hasta que se ocultaba el sol; unos se ocupaban cómo albañiles, cocineros, otros midiendo el lugar para los solares, escarbando cimientos para las casas y hasta había loncheros que se encargaban de llevarle la comida a los trabajadores. Los solares fueron trazados con una extensión de 50 x 50 metros, con sus casas de lámina y block que eran traídos de Chiná. La construcción de las viviendas duró aproximadamente un año. La primera casa construida fue la de Filiberto Marín Medrano, que fue erigida dos veces, ya que los campesinos empezaron la construcción, pero en forma redonda y en un descuido se olvidaron de las puertas y tuvieron que tirarla y volverla hacer. El gobierno los ayudaba con el pago de 12 pesos diarios para sus gastos.
A los primeros 252 pobladores se fueron sumando más, que llegaban en grupos y que eran traídos en ocasiones por Ramiro Esteban y Donaciano Sauceda, quien se había convertido en el primer tesorero del Comisariado ejidal, hasta sumar quinientos campesinos.
Dividieron bien el pueblo, dejaron cuatro hectáreas para servicios públicos y aquellos primeros pobladores empezaron a traer a sus familias para iniciar su propia historia en tierras campechanas.
El documento más antiguo sobre la fundación del lugar es la solicitud de terrenos que los campesinos, encabezados por Filiberto Marín Medrano, hicieron al delegado del Departamento Agrario y Colonización el 19 de julio de 1972. En ella pedían tierras para la creación del centro de población, afectando los predios de Tacubaya, hacienda Lubná, Holtún, Nilún, El Destino y San Manuel Holuché.
El 21 de julio de 1973 se publicó en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado la solicitud de creación. Una vez concluidos los estudios técnicos, el plano proyecto y demás trámites legales, sobre todo en el aspecto de las afectaciones que se iban a realizar a las propiedades de la zona, el 4 de diciembre de 1973 se dio la resolución presidencial para crear el Nuevo Centro de Población Ejidal de Alfredo V. Bonfil con 20,000 hectáreas.
El 11 de enero de 1975, en la zona urbana del ejido se celebró una reunión para ejecutar la resolución presidencial de Bonfil. Ahí se encontraban Rafael Rodríguez Barrera, gobernador del Estado y Augusto Gómez Villanueva, secretario de la Reforma Agraria, así como el presidente de la Comisión Intersecretarial de Colonización Ejidal, otros funcionarios del sector agropecuario y la mayoría de los ejidatarios.
Así se enmarca la historia de un grupo de hombres que llegaron en 1973 y que formaron uno de los ejidos más importantes de la región por su capacidad de organización y el empleo de técnicas para la producción. Hoy, a cincuenta años de su fundación, la gente de Alfredo V. Bonfil reconoce su pasado y reconoce el valor de aquellos primeros 252 campesinos que llegaron para formar una comunidad con historia y tradición.
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